top of page

Dictadura y lenguaje (IV)



La creencia de que la propia visión de la realidad es la única realidad es el más peligroso de todos los engaños.

Paul Watzlawick



III


Podría decirse que muerto el Líder se acabó el mensaje. El Continuismo es un proceso dictatorial que rompe, estructuralmente, con el lenguaje aprendido y aceptado por el pueblo cubano durante más de medio siglo. Hay factores que hacen imposible la falacia de la Continuidad, por mucho que se esmeren en afirmarla como mantra salvador.

El primer gazapo del discurso continuista está en los propios emisores. El más afecto al régimen ante la escogencia del Designado debe haberse hecho la pregunta ¿y de donde salió este hombre? ¿No era parte de los llamados talibanes, capitaneados por Lage, Robertico, Hasan, Pérez-Roque otros muy cerca del pensamiento del comandante en Jefe?. ¿Qué pasó con ellos? ¿En qué pijama o centro de salud los metieron?

Una vez ascendido al segundo puesto en importancia dentro del Partido Comunista, en el Designado –gallo tapao para los mexicanos- el pueblo creyó ver un reformador; sin lazos con la historia de fracasos, este hijo de nadie haría de la tribuna ara, no pedestal. En la memoria colectiva de los cubanos estaba Gorbachov, un joven cincuentón a quien los enemigos de la democracia consideraron traidor, y los amigos, enterrador del autoritarismo –hoy sabemos que cada pueblo tiene el zar que se merece.

El problema es que en la historia de Cuba no ha habido un presidente al que llamaran Sin…casa. A José Miguel Gómez le decían tiburón, a Mario García Menocal, el Mayoral –ambos, por cierto, generales con batallas a cuestas-, a Batista, el Indio, incluso al Finado, y por tantos años en el poder, Macha de Plátano, Caraecoco, Cebolla –las mujeres lloraban en la cocina-, Coma-andante.

Pero ¿Sin… casa? No, eso sí que no. Sin…casa es el peor de los epítetos en un país machista y homofóbico donde la trastienda, a no ser que guste, se defiende de los intrusos desde que se va al preescolar. De modo que ahí comienza el conflicto del Continuista. No se puede ser presidente ni del Comité de Defensa cuando se grita y pinta en la pared semejante adjetivo. Todo lo que diga o haga un individuo así, siempre se reflejará el inconsciente colectivo como que se trata de un Sin…casa.

A ello habría que añadir el papel de ventrílocuo que muchos creen que posee. Cuando este hombre –y muchos otros continuistas- creen decir algo original, la mayoría del pueblo intuye que solo prestan su cuerpo y su voz a unos bisabuelos que desde la placidez de sus cómodos retiros aspiran a una muerte tranquila, silenciosa. De tal manera, los nuevos emisores están descalificados de arrancada: representan la continuidad, más de lo mismo. Han recibido una herencia fatal, y no saben cómo administrarla.

El mensaje del Continuismo, además de ser el mismo de hace sesenta años, sucede en un contexto difícil, dentro y fuera de la Isla. Bajo las condiciones de un Periodo Especial II, sin el Finado y quebrados económicamente, el discurso es cada día menos creíble.

Hablar, por ejemplo, que del municipio dependen todas las soluciones a los problemas cuando existe una economía vertical, centralizada, y las verdaderas finanzas e inversiones pertenecen a una casta militar que no rinde cuentas, es una burla. Decir en público que la ciencia lo resolverá todo es ignorar aquel tristemente famoso movimiento de innovadores y racionalizadores quienes acabaron con cuenta maquinaria venia del extranjero con sus especificaciones. Hablar de encadenamiento productivo en un país infernal, donde si hay fósforos, falta la leña, y hay leña, falta a quien quemar, es un chiste de mal gusto. Continuar culpando al bloqueo de los males, oponiéndosele en cualquier evento, y al mismo tiempo rogar por inversiones del Imperialismo es una absoluta desfachatez.

Fuera de Cuba las cosas han cambiado de manera radical. La influencia se deja ver en cómo el mensaje al interior también se ha modificado. Vivimos en un mundo donde lo inmediato, el goce individual y lo rentable es lo que vale. Puede no gustarnos la manera de la juventud de hoy, para la cual lo inmanente es más importante que lo trascendente; la gratificación individual antes de la colectiva. Cuba y sus jóvenes no escapan a ello. Por esa razón los mensajes de epopeyas y de héroes del pasado, impolutos, casi santos, nada dicen. Los continuistas pueden sentirse dichosos de que no les hayan derribado estatuas, aunque unos inteligentes mancharon con sangre los bustos de José Martí.

El mensaje del régimen hoy se ve opacado por las muchas alternativas existentes, la inmediatez de la noticia, y la profundidad, el alcance de la Internet. De ser proactivo, el régimen ha pasado a ser reactivo. Están a la defensiva. No pueden hacer otra cosa. Sus mismos defensores se han preguntado cómo enfrentar la avalancha de información que contradice el mensaje oficial, partidista. Hablan de hacer más potable, digerible, atractivo el mensaje a los cubanos. Las preguntas deberían ser otras: ¿Cómo hacer digerible lo que es repulsivo, mentiroso, feo por naturaleza? ¿Cómo vender una imagen por la televisión cuando se sale a la calle y solo se pueden ver colas, falta de agua, peste, rostros desencajados, mustios, avinagrados?

Foto: Umplash Rueben Juarez


IV


Una parte sustancial del lenguaje del Continuismo se ha montado sobre el viejo y la nada original imagen de la victimización, del bloqueo; el enemigo externo que explica las carencias. No han hecho una verdadera lectura crítica del pasado ni del presente. Más bien, con un discurso triunfalista, insulso y sin apoyaturas en las realidades, tratan de tirar una cortina de humo comunicacional a un pasado inoperante hoy día.

El receptor es otro. El receptor es el principio y el fin de todo lenguaje. Si no se mueve el receptor, no hay comunicación. O si se mueve de manera contraria a lo esperado… Habana, tenemos un problema. La dictadura continuista ha llegado a su fin existencial porque lo que no puede cambiar es la forma de pensar, de sentir y actuar de la mayoría de los cubanos. Nadie sabe cuánto durará. Pero sí sabemos que es insostenible porque ha perdido, o nunca ha encontrado su propio lenguaje.

Mañana podrían descanelizar el gobierno con un truco de democracia donde un suicida convenientemente preparado pidiera la renuncia del Designado. Nada cambiaria. No hay remplazos para el Finado, y aunque duela admitirlo, un tipo así no nace todos los días ni el mundo de entonces volverá a ser el mismo. Podrían abrir cien canales de televisión con última tecnología y concentrar todo el arsenal comunicativo en una sola institución, como han hecho. Nada cambiaría. La tendencia de las dictaduras es al agotamiento de su propaganda, y en la medida que deja de ser efectiva, aumenta la represión, se hace más visible, descarnada y descarada.

Un elemento positivo pudiera tener el Continuismo, paradójicamente, en cuanto a lenguaje y es que el receptor se torna cada día menos pasivo, acepta con menor mansedumbre y acrítica los mensajes oficiales, de los cuales no solo se ha burlado siempre con chistes y ahora memes, sino que ha aprendido a leerlos al revés: si se presenta como logro es un fracaso; donde prometen algo es porque hay crisis -sucedió con los barrios marginales después del 11J; lo que ocultan es más importante que lo que dicen.

La Continuidad carece de los tres elementos básicos del lenguaje para ser efectiva, perdurable: un emisor creíble, empático, con carisma; mensajes claros y comprobables, no triunfalistas; y un receptor dispuesto a hacer cambios en sintonía con esos mensajes. Este último elemento, el receptor, es el que las dictaduras suelen ignorar. La palabra es mitad de quien la pronuncia y mitad de quien la escucha, dijo con sabiduría el ensayista Michel de Montaigne. La otra mitad. Esa es la que parece irrecuperable.

Comments


Contacto

Thanks for submitting!

© 2023 by Train of Thoughts. Proudly created with Wix.com

bottom of page