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¿Por qué no cambia la sociedad cubana?

Resiliencia y Cambio (I)




Metamorfosis: cambio de segundo orden (Tomado de Wikipedia)

Por Francisco Almagro Domínguez


Todo recurso que nos permita conocer las cosas más complejas de manera simple es bienvenida. Las analogías y las parábolas son esos antiguos recursos empleados desde tiempos bíblicos para entender el mundo antes de que los griegos y los romanos lo explicaran a través de ciencias exactas y filosofía. Al simplificar las cosas, podemos comprenderlas mejor, y lo más importante, encontrar soluciones.

Un dilema humano, casi eterno, es lo concerniente al cambio. ¿Es imprescindible cambiar para ser feliz? ¿O se puede vivir o sobrevivir sin hacer cambio alguno, cambios para no cambiar? ¿Dónde comienza y termina el cambio, o sea, la modificación de la conducta, el pensamiento, las emociones de un individuo, de una familia, de una sociedad?

Hablemos, primero de que significa cambio. Cambio es la transformación de un objeto, inanimado o animado a otra condición. Los cambios pueden ser reversibles o irreversibles y en eso radica lo que se ha llamado cambios de primer orden y cambios de segundo orden.

En los cambios de primer orden solo hay evoluciones superficiales, en la forma del objeto o del sujeto. El agua ebulle a 100 grados centígrados y se transforma en vapor de agua. Si tapamos la olla, el agua que bulle chocará con una superficie fría y regresará a ser agua en forma de gotas. El agua se ha transformado en “otra cosa” y al mismo tiempo sigue siendo eso, agua. No ha habido cambio en la estructura interna del agua: es H 2 0, dos hidrógenos y un átono de oxígeno.

Ahora tomemos un ejemplo del reino animal como la rana. Cuando es un huevo tiene forma redonda; al romper la burbuja se transforma en renacuajo. Es lo más parecido a un pez. La Metamorfosis (meta: cambio; morfe: forma) es decir, transformación, ocurre cuando le salen las patas y pierde la cola. Ya no es huevo ni pez. Es rana. Un animalito para el cual todo el mundo conocido era el charco, al asomarse al borde puede contemplar la inmensidad del bosque. La transformación le ha permitido ser “otra cosa” y hacer “otras cosas”. Es lo que llamamos cambio de segundo orden.

Después de un cambio de segundo orden, de una transformación de la estructura, no hay marcha atrás. Una transformación de tipo estructural implica un cambio en las reglas que definen los procesos. En el ejemplo citado del anfibio, los cambios fenotípicos que son los rasgos exteriores de lo que llamamos “rana” se deben a cambios internos, genotípicos que harán crecer las patas y perder la cola bajo el influjo de hormonas y otras sustancias. Las reglas que gobiernan el proceso de huevo a renacuajo y de este a rana adulto fueron diferentes.

De aquí que hay una máxima para los cambios de segundo orden: no hay una transformación real, permanente, sin un cambio en las reglas que dan lugar al proceso de cambio. Luego, si queremos saber hasta qué punto un sistema puede y debe cambiar, primero debemos saber si es posible modificar esas reglas sobre las cuales tendrá lugar el proceso. Y esto es aplicable a casi todos los sistemas vivos.

Por otro lado hoy se habla mucho de resiliencia. Es un concepto tomado de la física de los metales. Expresa la capacidad de un objeto para cambiar su forma bajo ciertas circunstancias y al desaparecer estas, regresar al estado original.

El concepto de resiliencia se usa para explicar la teoría del trauma mental. Después del trauma de in conflicto armado, enfrentar un desastre natural, o tras los asaltos y las violaciones, recuperar el equilibrio inicial es de suma importancia para no caer en depresiones y suicidios.

Unas personas suelen ser más resilientes que otras. Eso depende de infinidad de factores individuales, familiares y sociales. Pero como norma general, la intensidad del trauma y haber tenido una preparación previa ayuda a que el proceso de vuelta a cierta normalidad sea más expedito, fácil.

Sin embargo, esto que parece beneficioso para la salud mental bajo experiencias traumáticas, no lo es tanto para hacer cambios importantes en la vida cotidiana. La razón está en que a más resiliencia menos cambios de segundo orden.

Una rama se parte con facilidad cuando no es flexible. Se modifica su estructura. Al contrario, una rama de árbol tierno se deja doblar, regresa a la forma original y sigue siendo rama verde. No cambia. La capacidad de adaptarse, es decir, de ser resiliente, disminuye la posibilidad de cambios de segundo orden.

Para una teoría del cambio la resiliencia puede ser un problema, no una ventaja. La capacidad de volver a ser lo mismo, cambio de primer orden, es inversamente proporcional al cambio de segundo orden o estructural. La resiliencia es la negación del cambio definitivo.

Arthur Schopenhauer lo hubiera dicho de esta paradójica manera:

“El cambio es la única cosa inmutable”




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