El año que nieve
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Foto Unplash
Por Francisco Almagro Domínguez
Dice el refrán popular Año de nieves, año de bienes. Significa que tras humedecer la nieve el suelo, las cosechas para la primavera podrán ser abundantes. Como tantas sentencias, esta encierra la observación empírica y la más simple de las filosofías, la de la calle. Si bien el frio en los trópicos mata ciertos cultivos acostumbrados al calor y la humedad, en los lugares templados las nevadas anticipan una renacer explosivo, apresurando el verde de las hojas y los frutos germinales.
Esa parece ser la premonición para el próximo 2025. Hemos vivido un largo invierno durante los últimos cuatro años. Por lo menos así lo ha percibido gran parte del mundo, y muy en particular el norteamericano. Al ejecutivo que se marcha dieron la bienvenida los norcoreanos con temerarios cohetes lanzados al Mar del Japón después de un silencio de armas. Los aliados chinos hicieron carambolas con los rusos, que se plantaron frente a la frontera ucraniana con una larga fila de blindados y tropas en espera de una negativa a entrar en la OTAN. Después, la guerra absurda que todos conocemos.
La nieve se coloreo de sangre en Oriente Medio. Por fin Irán desataba sus mastines para morder a un Israel desorganizado por sus propios conflictos internos. Los grupos terroristas habían trabajado con denuedo bajo la mirada cómplice de organismos internacionales donde, aunque lo nieguen, habita el antisemitismo. La táctica de los cobardes de secuestrar y matar inocentes unió a un pueblo judío que parecía haber olvidado su misión de Pueblo Elegido. Por absurdo que parezca, esta guerra de tierra arrasada puede significar un “reseteo” de los poderes en la zona.
En la llamada América Latina, concepto tan abarcador como impreciso, la izquierda carnívora que definiera Carlos Alberto Montaner comenzó a cubrir el continente de una gruesa capa de hielo. Han pasado los tiempos en que un cocalero boliviano paralizaba el país, un político avanzaba la revolución ciudadana que no era otra cosa que un estado permisivo de ilegalidades, y el tríptico del horror-terror, Cuba, Venezuela y Nicaragua han cubierto con una densa neblina los horizontes de libertades de sus pueblos durante el cuatrienio.
Desde una perspectiva sistémica, la geopolítica se mueve en dirección a la entropía o desorden. Y el elemento que sin duda ha movido hacia la anarquía el mundo conocido ha sido el cambio de liderazgo en el país mas poderoso del planeta. No es malo ni bueno que eso suceda. Simplemente pasa. Y tiene consecuencias. Las explicadas anteriormente. Como las estaciones, que se suceden con independencia de la voluntad humana, el arribo de lo que supuestamente será otra primavera traerá cambios ineludibles. Ni malos ni buenos. Cambios, sin adjetivos.
Cree este escribidor que el cambio principal se dará en el plano económico-científico y de aquí, trasversalmente, afectará la política y la organización social conocidas. La entrada de la ciencia y la tecnología con la Inteligencia Artificial aplicada a los procesos productivos prevé un cambio radical en cuanto y como produce Estados Unidos. Política económica basada en la racionalización de las inversiones y la reducción de los intereses. Política económica proteccionista y al mismo tiempo, flexible para los tratados comerciales internacionales y domésticos -siempre bajo la egida de América Primero. Política económica sin la siempre fatal intervención de los políticos, cuya miope visión electoralista los coloca, paradójicamente, en contra de los intereses de sus propios electores.
Será el futuro de Cuba comunista quien centre la atención de un ejecutivo norteño pragmático en este lado del mundo. Cuba no solo es la Llave del Golfo geográfica. Es la llave del cambio político continental, chovinismo incluido. Las autoridades cubanas no se esconden para decir que desean -necesitan- el dialogo. Podría parecer el mismo mensaje de siempre, repetido tras el cambio presidencial en el vecino del Norte. La singularidad es que esta vez sería un milagro que el llamado liderazgo histórico viva cuatro años más. La diferencia es el deterioro multisistémico de la economía, incluyendo el factor energético, que nos entrega una Cuba apagada para 2025. Lo novedoso es la capacidad del Continuismo Canelista para destruir y al mismo tiempo, ponerle frenos a los cambios necesarios. La parca segura y el relevo inseguro hacen de la Isla el merengue que el Difunto endilgó al otrora campo socialista europeo.
Creer que el régimen no se ha preparado para esa ineludible primavera es de una candidez política proverbial. Quien siga las redes sociales -por supuesto, fuera de la Isla-, podrá advertir que hace muchos años el régimen viene preparando un relevo que nada tiene que ver con el actual, y ni por asomo, unipartidista. No se concreta en un partido político. No tiene una ideología definida. No tiene otros enemigos más que el embargo, y señalados políticos de militancia anticastrista. Son los grupos de la negociación. Las presumibles condiciones para la transición, la nueva constitución, los proyectos económicos y la institucionalización del país pueden encontrarse en Internet.
Buscaran la amnistía para los históricos que queden vivos -nada sucederá antes de la partida terrenal de Castro II- y tienen el apoyo financiero desde hace tiempo de la Agenda Globalista, tercermundista y nacionalista. Buscaran mantener las inversiones del Complejo Militar-Industrial castrista, sus hoteles, campos de golf, cuentas bancarias off-shore e iniciar transacciones con entidades financieras norteamericanas. No habrá revisión de la historia pasada, pero si elecciones con partidos políticos autorizados por una llamada junta de transición, una condición indispensable según Helms-Burton para levantar el embargo. Elecciones que, por cierto, fácilmente podrán ser ganadas con un mensaje de reconciliación nacional y reconstrucción de las instituciones de una república democrática.
¿Será esta la primavera cubana después de tanto hielo? ¿Podrá ser el Año que Nieve el 2025? En ese juego de tronos no puede descartarse el ejecutivo norteamericano que entrara el 20 enero de 2025. Tampoco los grandes capitales cubanoamericanos, contrarios -como los hay a favor- de cualquier negociación con los actuales ventrílocuos del régimen o sus futuros emisarios. La próxima estación renacida se torna interesante. Ojalá no tengamos que esperar hasta la próxima nevada.
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