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EN POCAS PALABRAS

  • Foto del escritor: Francisco Almagro
    Francisco Almagro
  • 14 feb
  • 4 Min. de lectura

Corriendo al Vacío (Running on Empty)  


Foto Unplash



Por Francisco Almagro Domínguez

En el año 1984 el director norteamericano Robert Zemeckis sorprendió al mundo con la película Forrest Gump, basada en una novela de Winston Groom. Cuenta la historia de un deficiente mental cuya vida está rodeada de suertes y que lo llevan a vivir como testigo de primera fila momentos claves de la historia de Estados Unidos. La película no tuvo una buena crítica en Cuba, como no podía ser de otro modo. La autocrítica mordaz no es compatible con un sistema totalitario.   

Forrest Gump solo sabe correr. Eso ha sido clave para sus éxitos.  En el clímax del filme el personaje sufre una gran decepción, y echa a correr sin rumbo; va de la costa del Pacifico norteamericano a la costa Atlántica durante 3 años, dos meses, 14 días y 16 horas. Por el camino la gente y los periodistas le preguntan por qué corre –acostumbrados como estamos a que todo tiene una razón-, y Gump, en su indescifrable y complicada inocencia hace una declaración criptica: corre porque le gusta correr.

La canción que soporta las escenas a través de la geografía norteña se llama Running on Empty (Corriendo al Vacío). Fue un éxito en los finales de los 70’s. El autor es Jackson Browne. Además de la excelente música la letra es, justamente, una explicación al absurdo de correr hacia la nada:

No sé a dónde estoy corriendo ahora, solo estoy corriendo

Y el estribillo es genial:

Corriendo, corriendo en el vacío/Corriendo, corriendo a ciegas, corriendo/corriendo hacia el sol/ pero estoy corriendo detrás”.

Esa sensación de que los gobernantes de Cuba corren hacia el vacío me recordó la película y la canción que le sirve de apoyatura. Y en especial una reunión en el Consejo de Estado donde se discutía la grave crisis de generación eléctrica. Lo curioso es la forma de discursar. Y las caras de los expertos: como si todo estuviera bajo control. Son las mismas ideas, palabras, frases, adjetivos, propuestas a futuro. Es una asamblea que pudiera haber sucedido en el año 70, con aquellos apagones interminables; o en los 90, con luz eléctrica cada 8 horas.

Debemos creer en las evidencias. Señalan que la crisis eléctrica está más allá de los kilovatios, es sistémica y no tiene salida sin un  cambio estructural, profundo. Sistémico significa que dos o más elementos hacen sinergia; cambios negativos o positivos en uno traerá cambios en otros. No hay manera de solventar la crisis –significa oportunidad y peligro en el ideograma chino- si no hay un salto cualitativamente nuevo, un cambio estructural.  

Si el cuerpo-país gasta más de lo que consume entra en un proceso de autofagia. Se come a sí mismo. Parece justamente lo que está sucediendo en la Isla. A la “crisis” energética –quizás haya que inventar un neologismo por la cronicidad de las crisis– se le une la del transporte, salud, educación, vivienda y hasta el deporte y la cultura. La visión sistémica implica que algo tan distante como un puesto de viandas y el beisbol tengan invisibles conexiones que las unen.

Todo esto lo sabemos bien, y más que nosotros, quienes desgobiernan Cuba sin que se hayan sometido al voto popular libre, sin  jugársela en una elección donde pueden perder o ganar el favor de la población. ¿Hasta dónde pueden “apretar” y mentir esta gente?  ¿Hasta dónde correr hacia el vacío, la mentira, la nada? O, ¿por qué corren hacia el Sol-Socialista, quimera de demostrada ineficiencia y perversidad?  

En la medida que ellos huyen hacia adelante, aparecen propuestas para el inevitable “Día Después”. Unos hablan de un entierro profundo, en el núcleo terráqueo donde no quede ni el recuerdo de “aquel largo viaje”. Otros tratan de amortizar soluciones intermedias. Una vez más sería conveniente recordar que el cambio solo puede venir desde dentro de la Isla, de “arriba” desde donde suelen iniciarse los cambios de poder. Aunque pudiera parecer que los todos involucionarios corren hacia el mismo vacío, algunos –los más listos- tienen inversiones en compañías y real estate en el sur de la Florida y en Europa. El lavado de dinero en hoteles vacíos por toda la geografía insular es solo un apetitoso hueso que se le muestra al futuro turismo gringo.        

Por supuesto, la necesaria inversión para detener y más tarde comenzar la reconstrucción debe contar con el ineludible apoyo del exilio y del gobierno norteamericano de turno –como fue hace poco más de un siglo. Nadie debe engañarse: la diáspora cubana en los Estados Unidos es anticomunista. Y la que dice no ser política, no cree en quien coarta sus derechos. Han aprendido a vivir en libertad, con todos los riesgos y beneficios que eso significa.  

Pareciera pues que el régimen está “corriendo a ciegas, corriendo/corriendo hacia el sol”. Pero la biología, como la sociedad es inapelable: no se puede correr toda la vida. Pero si se detienen, todo se acaba. Es el dilema de los regímenes totalitarios. Incapaces de reinventarse, corren sin rumbo, a ciegas, hasta chocar con el Sol.   

 

 

 
 
 

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