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EN POCAS PALABRAS

  • Foto del escritor: Francisco Almagro
    Francisco Almagro
  • 23 feb
  • 4 Min. de lectura

El Villano Incandescente ataca de nuevo



Foto Unplash


Por Francisco Almagro Domínguez.

Era la época de los comics propagandísticos cubanos en televisión; finales de los 60, principios de los 70. Uno de los primeros fue un personaje llamado Olivito. Llamaba a cumplir con el Servicio Militar Obligatorio; su candidez estaba muy alejada del duro bregar castrense de aquellos días.  La vaquita Matilda mugía por una yerba llamada Pangola, sembrada por toda la Isla. Los siete Samuráis del 70 imitaban un film de Kurosawa pero en un campo de caña de azúcar. Debieron hacer seppuku editorial el día que se anunció el no cumplimiento de los 10 millones de toneladas.  

En esos tiempos los apagones estaban a la orden del día. Por eso apareció en un comic televisivo un culpable llamado Villano Incandescente.  Tenía cabeza de bombillo, vestía de negro, y era desagradable.  Las bombillas de esa época eran de filamento que se calentaba para alumbrar. Los buenos eran los niños de la cuadra. Formaban una cruzada contra el gastador Villano Incandescente en las Patrullas Clic. Los pequeños vaqueros del ahorro iban casa por casa, tocando las puertas y advirtiendo a los vecinos de luces innecesarias.

Como para entonces ya todo escaseaba, hasta los faroles, la gente inventó la chismosa: un pomo de boca ancha con un tubo de pasta de dientes vacío con un pabilo en el interior. El fondo del pomo se llenaba de queroseno y comenzaba a subir una llama con humo y olor desagradable. El apelativo de chismosa podía ser por el tufo y la ennegrecida columna ascendente, difíciles de ocultar. Las chismosas duraban algunas horas, tanto como aquellos apagones del 70, de los cuales muchos no querrán acordarse.

Con el fracaso de la Zafra de los 10 millones el régimen aceptó todas las condiciones impuestas por la URSS y su ralea, el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME). Se construyeron nuevas termoeléctricas, se repararon otras, y el combustible no volvió a faltar. Además, comenzó la prospección petrolera en la costa norte de Cuba – ¡nuestro petróleo es pesado, pero es nuestro petróleo! En veinte años los apagones fueron obra de ciclones o roturas de la distribución eléctrica. El Villano Incandescente había muerto a manos del Oso siberiano, no de los niños impertinentes y metidos de narices en casas de vecinos.

A principios de los 90, el proveedor de combustible decidió que la Isla parasitaria debía arreglárseles por el ella misma. Regresaron las chismosas –pomos y personas. Otro villano andaba a su aire. Se llamaba Caída del Campo Socialista. Los apagones fueron de ocho por ocho, día, tarde y madrugada. Entre la bicicleta, la falta de vitaminas y el sueño viejo algunos perdieron la vista, y otro se perdieron de vista en la estampida de los noventa. Esta vez el arma del villano fueron las bombillas de filamento y la junta de los refrigeradores. La nueva Patrulla Clic eran chicos llamados trabajadores sociales casi siempre más sociales que trabajadores; en una mochila llevaban las bombillas ahorradoras; metidos hasta la cocina de casas ajenas, censaban los viejos equipos de refrigeración norteamericanos para cambiarles las juntas delictivas y sugerir el canje de equipos viejos por “modernos”.   

Era la época de la Revolución Energética. Iba a cambiar la forma de vivir y cocinar de todos los cubanos. Los grupos electrógenos harían el trabajo de las termo e hidroeléctricas. Solo que también llevaban combustible y mantenimiento, y los guardias rojos tropicales vieron el filón para robarse piezas y carburantes. Los neo-patrulleros más afortunados consiguieron esquilmar las gasolineras donde fueron ubicados. En el segundo piso de un club social instalaron equipos de cocina a prueba. El ex Máximo Líder enseñaba en televisión a madres y abuelas como hacer arroz y frijoles con el llamado Modulo de Cocción.  Los electrodomésticos eran chinos y como el perrito cambiado por botas de charol, pronto se rompieron y no hubo repuestos. ¡Ay Frigidaire de mi vida! ¡Ay Whirpool de mi corazón!  

Pero aquella Segunda Venida del Villano pronto se olvidó. Venezuela –siempre aparece un alcahuete- envió miles de toneladas de combustible al mes. Como el que da a pedir se queda, la ubre de PDVESA se secó poco a poco. Era tarde para hacer lo correcto. Las termo e hidroeléctricas no fueron reparadas o modernizadas a tiempo; los grupos electrógenos eran carcasas vacías, y las juntas, refrigeradores y enseres chinos estaban rotos.

Ahora ha atacado de nuevo un tercer villano. Esta vez no es incandescente. Se llama Coyuntura. Y a él se le opone un probable ex agente Patrulla Clic reciclado como Continuidad. Su arma favorita es la Resistencia Creativa. La tercera ronda del villano ha comenzado hace un par de años: apagones de veinte horas y más; tres grandes cortes de electricidad en todo el territorio nacional. Esta vez no son los bombillos de filamento, las juntas de los refrigeradores, los equipos norteamericanos –los rusos, al parecer, no gastaban corriente. Esta vez el malandro no tiene cabeza de bombillo, ni es “traidor al socialismo”. Simplemente se apellida Bloqueo –no tenía ese nombre en el 70- y vive en la acera de enfrente. Es el culpable habitual. Disimula bajo el nombre de Trump, Biden, o cualquier otro que esté sentado en la Oficina Oval.  

La solución continuista no ha podido ser menos simpática, si es que así podría llamársele a la estafa: paneles solares por toda la geografía insular. ¿Una inversión china o un cuento chino? El régimen acaba de decretar como nueva Patrulla Clic un parque fotovoltaico que aportará la suma de 21,7 megawats.  A golpe de Sol y sin eclipses ni nubarrones, la Isla será un mar de planchas oscuras. Pero Cuba necesitaría más de 3000 megawats en demanda máxima, o sea, habría que poner en marcha miles de parques solares como este. El cálculo más optimista es que concluirán en el 2028. Para entonces la generación de los que ahora dirigen la Continuidad, son resistentes creativos, y ex Patrullas Clic, estarán en edad de jubilación.

Llegados a este punto donde el infame ha cambiado tanto de ropaje, un individuo no muy enterado, o sea, un cubano de a pie, podría preguntarse:

-Chico, ¿por fin quien es el responsable de tanta villanía?  

 

 

 
 
 

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