top of page

EN POCAS PALABRAS

  • Foto del escritor: Francisco Almagro
    Francisco Almagro
  • 16 jul
  • 3 Min. de lectura

Últimos días de la Hacienda*

ree

Foto Unaplash


Por Francisco Almagro Domínguez

El filme de Tomas Gutiérrez Alea La última cena, con guion de Tomás González Pérez, María Eugenia Haya, y el propio Alea (Titón) se basa en un fragmento de la obra de Moreno Frajinals El Ingenio. Tomado de hechos reales -la insurrección en una plantación cañera cubana- es, además de una magistral lección de actuación y cinematografía, un retrato sociológico del esclavismo y sus consecuencias.

La descomposición del sistema feudal-esclavista ante el empuje del capitalismo liberador emerge en un paradójico convite: la cena del Jueves Santo, donde Cristo instituye la Eucaristía, y lava los pies a sus discípulos en señal de humildad y grandeza. Se rebaja el Maestro a la condición de esclavo para mostrar a los hombres la misericordia -quiere decir miseria en el corazón- de Dios.

Solo que en la plantación de la película los discípulos son doce esclavos, diferentes cada uno, incluso un cimarrón castigado cruelmente por su osadía. Todo va bien hasta que los cautivos, bajo el efecto de las bebidas y relajados como nunca, comienzan a mostrar sus verdaderos rostros. Están el adulador y el simulador, el timorato y el soplón, quien se deja llevar y quien, rebelde, no cree lo que está pasando

Una vez que el hacendado limpie su conciencia lavándoles los pies y dándoles de comer, volverán al barracón, al corte, y al trapiche. Y lo saben: nada ha cambiado ni cambiara en la Hacienda porque su esencia es explotar al ser humano; cada acto de misericordia esconde el sadismo con el cual controlan a sus semejantes -para ellos, inferiores.

La Asamblea Nacional-Irracional de la Isla es una caja donde resuenan las voces mandantes. Está concebida para ser un performance, un actuación bien engranada de disidencias y conciliaciones.  Pero tan pronto el observador permanece atento, descubre que todos hablan el mismo lenguaje. No puede haber ni habrá una nota fuera del pentagrama. Es una orquesta que sigue con disciplina germánica la batuta del Hombre. Un cabildo, diríase en lenguaje decimonónico, que es la cara visible de la Hacienda.

Pues ha sucedido que, tratando de superar a aduladores y simuladores en la Asamblea Irracional, la ministra Feíto, nada menos que la representante del trabajo y  la seguridad social, ha declarado actores a los mendigos cubanos; deambulantes crónicos, como los calificaban con eufemismo pedestre en otros tiempos; individuos que prefieren “bucear” en un pestilente tanque de basura a hacer una cola de proporciones infinitas por un ácido pedazo de pan.

Hasta este momento, si algo tenían presentes los cabilderos en la Hacienda era que la burla y el escarnio solo eran permitidos hacia el enemigo “revuelto y brutal”. Si había algún halago desproporcionado, pertenecía al prosopopéyico Eusebio; una crítica sombría, al ex Máximo Líder. La adulación siniestra a algún secretario del Partido. Pero “tirarle” al pueblo deambulante en su cronicidad de hambres y necesidades es un “libretazo” que marca un hito en la Involución cubana.

La primero evidencia lo sabido. El poder involucionario, ese que no es poder, menosprecia a su pueblo. No lo respetan. No lo respetaran jamás. Solo dedicaran unos segundos de escucha cuando sientan mojar sus sabanas de seda. Se creen el ultimo guarapo de la Hacienda. Y por esa razón, no importa lo que diga o haga el deambulante común, no el crónico, las cosas se harán si o sí. La Asamblea Irracional esta para eso: aprender a levantar la mano de la unanimidad.

La segunda, es la mejor evidencia de estar en los últimos días de la Hacienda. La Continuidad es un grupo de mayorales inexpertos y soberbios que quieren seguir moliendo caña de azúcar con trapiches de madera, desdeñando la máquina de vapor. Podemos esperar de ellos cualquier estupidez porque están de espaldas al progreso y las realidades. Se dicen Continuidad Histórica como autoelogio. En  realidad es un oxímoron ridículo: no hay nada pasado del cual enorgullecerse cuando el presente es un desastre. Nada pueden hacer para mantener en control el barracón,  satisfacer a los esclavos y seguir con el molino alado por bueyes.

Muy quebrada debe estar la Hacienda cuando uno de sus mayorales es capaz de atizar la rebelión con desdén, escaso tacto. En ese punto, la historia, madre y maestra, nos enseña que el final de un sistema inoperante empieza por la incertidumbre en la cúpula, con mezquindades y errores que hubieran sido impensables; cuando al simular compasión despiertan en los esclavos la conciencia de su verdadero lugar en el mundo.

Si la Colonia siguió viviendo en la Republica, la Republica involucionó hasta regresar a la Colonia. Y no habrá acto por bondadoso, espiritual que parezca, capaz de revivir la Hacienda que fue. Diría el filósofo Hipocritón de Feíto, bebiendo un jugo frio al borde de la guardarraya bajo el Sol tropical: nunca tomaras el mismo guarapo dos veces; la caña de azúcar no será la misma, ni tu tampoco.


Publicado en el Blog del autor: Habaneciendo.com

 

 
 
 

Comentarios


Contacto

Thanks for submitting!

© 2023 by Train of Thoughts. Proudly created with Wix.com

bottom of page