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EN POCAS PALABRAS

Cuba y la Cronica Roja




Foto Unplash


Por Francisco Almagro Domínguez


Todo comenzó mal para Kamala el día 5 de noviembre cuando en un pueblito de Nuevo Hampshire en el cual votan 6 ancianos la matemática dividió – 3 a 3- el voto con Donald Trump. Era fatídico presagio. En ese estado y en ese lugar donde primero se vota, casi siempre había sido demócrata. Ya había señales peligrosas para la candidata Harris; se remontaban al tardío apoyo de los Obama -quienes movían los hilos de la trama Biden- y los deslices mentales de quien todavía era presidente. Creyó ella, como la malograda Hillary, que las encuestas moldeadas a su imagen y semejanza le darían ventajas en las urnas. Y su risa, para algunos antipática y forzada, desapareció en la medida que avanzaba el día 5 de noviembre. ¡Era el 5 de noviembre! ¡Ese terrible 5 de noviembre! -parafraseando a Lorca.  

Al cierre de los primeros estados emergieron ansiedades. Poco después de la 7 de la noche, las Carolinas y Georgia se teñían de sangre republicana. La hemorragia de votos seria como la caída de fichas de dominó. Las manecillas de los relojes marcaron 8 y 30 y 9 pm. Y la marea siguió avanzando. Los paquidermos pisaban también las alfombras del Senado y de la Cámara. Las caras de los congregados en la Universidad de Howard lo decían todo. Allí Kamala había estudiado, y era de gran nivel simbólico por ser el Alma Mater para chicos desfavorecidos (lo cual ella jamás fue). 

Al filo de las 11 de la noche el electorado republicano crecía mientras ya los asnos apenas rebuznaban. Era el principio del final. El estado de la tolerancia, Nevada, hasta el momento de escribir estas líneas no había “llamado”. Ni falta que hace, diría alguien en el mitin de aceptación de Donald Trump en la madrugada del día 6 de noviembre.

De tal manera la Ola Roja que no pudo ser en 2020 ni 2022 (elecciones para gobernadores, Cámara y Senado) habría sido una crónica sanguinaria para dejar anémico al Partido Demócrata. Estarán obligados a repensar estrategias y discursos, quizás por haberse alejado del centro de gravedad política. El Partido Demócrata parece una elite de burócratas, artistas e ilustrados, no cerca de los obreros, el negro y el latino, quienes fueron tradicionalmente su base. Una inversión de papeles: los republicanos se han “democratizado” y los demócratas lucen trajes caros y cabezas engominadas.  

La pregunta que pueden hacerse los cubanos es como cambiaria (si cambia) la relación Cuba-Estados Unidos con un segundo período de Donald Trump. Hay singularidades en este nuevo ciclo trumpista-canelista. En la Isla deben desaparecer los últimos de la llamada Generación del Centenario; sin duda no solo tienen el control interno sino también la cerradura a cualquier apertura exterior. El freno aplicado a las reformas es su manera despedirse con las botas puestas. Es una conducta contraproducente. El castrismo en su fase superior o desintegrativa enfrenta una crisis multisistémica insoluble por cualquier vía ensayada con anterioridad. El cambio estructural es inevitable. De otra forma amanecerían los rollizos continuistas colgando de las guásimas del Parque Central (si hay guásimas allí).

Algo sucederá con la emigración ilegal a través de la frontera sur. En caso de que México deje pasar por su territorio esas avalanchas no quedará otro remedio que poner un tapón a la frontera por donde pasa el 25 % del comercio azteca.  Indirectamente, la olla de presión insular quedará taponeada y la implosión social puede ser cuestión de meses.  Es muy probable que Trump use presiones económicas de carambola: apretará a China y a Rusia para darle de refilón a la Triada del Mal, Nicaragua, Venezuela y Cuba. El azar concurrente hará que Edmundo González y Donald Trump deban asumir sus respectivos mandatos en el mismo enero. Con la política trumpista de independizar las fuentes de energía norteamericanas del resto del mundo, Venezuela nada tiene para ofrecer a cambio para dejar a Maduro en el poder. También se trata de áreas de influencia; negociar una salida a la guerra en Europa presupone dejar que rusos y chinos abandonen el traspatio yanki.

La peor noticia para el Castrismo ha sido la Crónica Roja de las últimas horas. No hay manera de evadir lo que viene. Es el comienzo de una nueva época. Ojalá las cosas sucedan como fue la transición de la Colonia a la Republica; los soldaditos españoles como el padre de QTS (Quien Tú Sabes) se montaron en los barcos y regresaron a su tierra. Esta vez los comunistas deberán abordar el barco de la Historia, y como cualquier caminante, darse cuenta de que para ellos no hay camino sino estelas en la mar.    

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