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La Beca




II

Amanecer cubano (Ha llegado un nuevo día).


La voz de quien se hará llamar Aldi, instructor de albergue, nos despierta con ¡Depie!. Unos segundos después, esta inolvidable canción:

Amanecer cubano, amanecer cubano

buenos días comadre, buenos días compadre

a levantarse cubano que ha llegado un nuevo día

a levantarse cubano que ha llegado un feliz día.

El dúo santiaguero no se calla y Aldi gritando Depie. Por encima, Los Compadres:

Los árboles que dormían ya nos dicen buenos días

para que las aves puedan comenzar su algarabía

levántate compañero que tu esfuerzo es necesario

levántate camarada que tu esfuerzo es decisivo.

Ahí estamos. Aldi ordena que nos paremos frente a las literas. La voz de Los Compadres, los acordes del tres y la guitarra. Un moreno mayor que nosotros se trepa sobre la división de los cuatro cubículos. Me llamo Molesto, dice. Vamos a hacer ejercicios –ha dicho filminuto pero cuando pasen los años sabremos que Molesto tal vez quiso decir Feet for Minute, o sea, ejercitarse por unos minutos. Molesto dirige el filminuto desde su improvisado podio: arriba, planchas, una, dos tres… ahora cuclillas, una, dos, tres… trote en lugar.., trote, hasta que yo diga. Cuando Molesto termina de dirigir los ejercicios, otro individuo, pequeño, voz chillona, se sube donde antes estuvo Molesto. Ahora van a pasar al baño después de tender las camas, informa el cuasi enano que se hace llamar, sin coincidencias, Alcorta. Aldi, por detrás advierte: yo mismo voy a revisar las camitas… las quiero lisitas, lisitas… ni una arruga porque las voy a destender y lo harán las veces que a mí me dé la gana. Alcorta, todavía sobre el pedestal de madera: yo soy el instructor de baño, el que tiene que ver con el orden y la limpieza del baño…. Van a pasar por cubículos. Según él, tenemos cinco minutos por cubículo para orinar, lavarnos los dientes, defecar… Se baja y ordena: cubículo uno, ¡pasen! Alcorta en el baño, detrás de los estudiantes, tiene un reloj mental muy rápido; ordena salir con los dientes sin cepillar en menos de un minuto al entrar a los lavamanos.

De regreso a los cubículos, Aldi, parado otra vez en lo que parece será el podio de los instructores, dice: hoy les toca ir a escoger la ropa de docente y la de campo. No quiero reguero. No quiero quejas de ustedes… este albergue tiene que ser el mejor; me oyeron… ¡el mejor! Vamos a bajar a desayunar, en fila, y sin hablar. El que hable lo saco de la fila, lo paro en medio del pasillo central, para que las muchachitas lo vean y se burlen de ustedes… sepan que son los indisciplinados.

En el pasillo central se forman largas filas para entrar al comedor. Son hileras que vienen formadas desde el tercer piso, siempre parados en atención: vista al frente, brazos a los lados del cuerpo, separados por la longitud del brazo extendido al hombro de otro estudiante. Pasan veinte, treinta minutos antes de entrar al comedor. También hay instructores con voces –y gestos- de mando: ¡alumnos, firme!... pararse detrás de las sillas, sentarse, sacar silla y sentarse, empezar a comer… terminar… levantarse. No importa que no hayas terminado el pan con mantequilla y el café con leche –quemada no pocas veces.

En el albergue nos espera Aldi. Ahora toca la Inspección. La Inspección es cosa seria: formada por un profesor y un instructor de otro albergue o área, da puntos a cada albergue para la emulación. Aldi ha explicado esto: hay un banderín para el vanguardia; el estímulo es montarse en los ómnibus los primeros para salir de pase el fin de semana.

La Inspección hoy pasa rápido. Durante todo ese tiempo, otra vez hay que estar parado en atención, frente a las literas -vista al frente, brazos a los lados del cuerpo, separados por la longitud del brazo extendido al hombro de otro estudiante. Terminada la Inspección, Aldi dice: ahora van a ir bajando cubículo por cubículo… los instructores los van a ir poniendo por grupos para que recojan los uniformes de docente y del campo… no quiero desorden, no quiero quejas porque se las van a ver conmigo aquí arriba. Cándido se demora buscando su apartico de Intal. Lo espero. Molesto me grita: estudiante, usted no oyó que hay que ir bajando. Profe, es que estoy esperándolo a él. Tú no tienes que esperar por nadie, alumno, ¿ustedes nacieron pegaos? Contengo la risa. La risa y también la ira. Dejo a Cándido con su ahogo y el aparato que lo alivia.

Ha sido una mañana intensa. Todos los estudiantes se concentran en la plazoleta. Está en el medio de la escuela, entre el edificio docente y los albergues. Me encuentro con amigos de la otra beca. Alguien – ¿otro instructor?- nos ubica en las filas por nombres. En la nuestra casi todos venimos de otra beca. Por ser de La Habana y nuestros padres profesionales y dirigentes, nos llamaran el grupo de los burgueses.


VENTANA II: El instructor

En las becas el instructor solía ser un alumno de grados superiores, y ejercía a pie de obra el poder. Los escogía el director por razones obvias: lealtad absoluta, capaces del castigo más cruel sin asomo de remordimiento. En su mayoría provenían de hogares disfuncionales, habían repetido varios grados, edad cronológica que no ajustaba con la escolar. Mientras los becarios eran impúberes, los instructores ponían tener barbas y bigotes. En la beca que viví casi todos eran morenos o campesinos, también mayores en edad, avecindados a la escuela. En sus casas habían aprendido que “el golpe enseña”. Crecidos en la violencia, el mal decir, y en la ausencia de buenas costumbres, eran verdaderos torturadores de los más jóvenes.

Hubo instructores para todo y para hacer de todo: Instructor de Albergue, de emulación, de limpieza, baño, de Campo, de Docente, de Comedor, de Vida Interna. Una estructura vertical, totalitaria, que comenzaba en el albergue y ascendía hasta llegar a instructores generales: Albergues, Docente, Vida Interna, Campo. A ese nivel se constituía el Consejo Disciplinario, un ente que definía, en un juicio sin apelaciones ni defensores, los castigos a los estudiantes. Las penas podían ir desde quitar el pase por una o varias semanas, hasta hacer limpieza en lugares como el edificio docente o áreas verdes… de día y de noche.

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