top of page

La crisis de la ‘baja” cultura en Cuba (1 Parte)

Por Francisco Almagro Domínguez


I

Durante una actividad de la iglesia católica una monja me hizo un comentario que cambió, radicalmente, mi perspectiva de las causas de la llamada revolución cubana. La religiosa había estudiado en los mejores colegios de la Isla; y tras pasar por las también muy prestigiosas universidades de Europa, se le tenía como lo que era, una intelectual con ropa de ordenada. No puedo recordar por qué caímos en el tema de la génesis revolucionaria. Sus palabras fueron más o menos que la revolución se debió, más que todo, a una pujante clase media emergente en la Cuba de entonces; un proceso deseado por estudiantes, profesionales y pequeños y medianos propietarios quienes pretendían ampliar las libertades y extender el desarrollo económico alcanzado hasta entonces.

No dijo que no hubiera miseria, desempleo, corrupción. Desde su punto de vista, la revolución cubana no era hija de la pobreza y del atraso tecnológico, sino de élites y “clases vivas” que culturalmente estaban preparadas para dar el salto a otro nivel de desarrollo social y económico. Ahí habría que incluir, dijo, a la numerosa intelectualidad cristiana que tanto había aportado al desarrollo cultural de la República con cientos de colegios, universidades, y publicaciones.

Casualmente por aquellos días la Editorial Letras Cubanas publicó algunos ensayos de Jorge Maňach, entre ellos La crisis de la alta cultura en Cuba[i]. Con prólogo de Jorge Luis Arcos –vale la pena leerlo- fue conocida por las nuevas generaciones la obra de este gran intelectual sagüero. Maňach, figura imprescindible en la cultura insular, había sido silenciado por décadas debido, como es habitual, a sus ideas políticas y fuga exiliar.

Lo curioso es que muchas de las ideas de Maňach sobre la cultura cubana tendrían hoy asombrosa actualidad, un siglo después de impartida la conferencia en la venerable Sociedad Económica de Amigos del País[ii]. Para el ensayista y profesor la cultura insular se hallaba en un momento crítico. Crisis como idea de cambio. La “alta” cultura cubana estaba indecisa, apocada, en la encrucijada de no saber si los imprescindibles cambios sociales y económicos que la Isla necesitaba serian adversos o favorables.

Para Maňach las certezas de la crisis estaban en la ausencia casi total de producción intelectual desinteresada, entendiendo por esta la que se realiza al margen del hacer profesional y el ascenso político; el oportunismo partidista; la desaparición del artículo culto; una prensa plagada de arribistas, con la simulación y el choteo como características propias del “ser cubano”.


II


Los estudiosos se han preguntado si hubo o aún existe una cultura revolucionaria. El adjetivo, a propósito, pretende separar la producción intelectual posterior a 1959, ligada al proceso de cambios profundos en la sociedad cubana de la otra, aquella que fraguó en la era republicana. Jorge Maňach en el citado ensayo escribía que la cultura nacional es un agregado de aportes intelectuales numerosos, orientados hacia un mismo ideal y respaldado por un estado de ánimo popular que los reconoce, aprecia y estimula. Y agrega: Consta, por lo mismo, de tres elementos: los esfuerzos diversos, la conciencia y orientación comunes, la opinión social.[iii]



Hombre Virtuvio. Leoanrdo da Vinci. wikipedia.


De ese modo podría afirmarse que, como todo proceso de cambios profundos, la revolución cubana creo su propia estética sobre una base de valores éticos cuya narrativa tenía una épica muy singular[iv]. En esos primeros meses del triunfo, y quizás en el primer lustro, existía un mismo ideal respaldado por un estado de ánimo popular. La creación hecha en la Isla en esa época posiblemente nunca más volvió a ser la misma en cantidad y calidad, algo que se extendió hasta mediados de los 70, a pesar del frenazo ideológico que fueron las Palabras a los intelectuales y el affaire Padilla a finales de los 60 con el consecuente y tristemente célebre “Decenio” Gris.

En la medida que el proceso se fue radicalizando, también la cultura, como expresión supra estructural, se fue tornando exclusivista. Una elite cultural fue tornándose parte del poder. Con todos los medios de comunicación en sus manos, el estado totalitario decidía quien publicaba y quien no, si la obra era o no revolucionaria, cual filme o documental obedecía al canon marxista-castrista. A pesar de que nunca el realismo socialista dominó la escena cultural cubana no se puede decir que no lo haya intentado. Tal vez nunca lo lograron porque el choteo y la simulación fueron suficientes antídotos según nos descubriera Jorge Maňach.

Lo que estuvo claro siempre para los ideólogos castristas más ilustrados era que la cultura debía ser un elemento esencial en dotar a la revolución de una mística salvadora; fuegos artificiosos que ocultaran la sangre de una guerra civil –Escambray-, la división familiar, el exilio masivo, las carencias materiales y espirituales que el proceso, por su inoperancia genética, iba produciendo. De cierta manera se confundían los papeles: ya no se sabía dónde terminaba el intelectual y comenzaba el policía cultural. Habíase alcanzado “alta” cultura en Cuba: la del poder absoluto. Como en un invernadero, el intelectual orgánico tuvo todo tipo de apoyo mefistofélico: sin las penurias para pagar sus propias ediciones, ni costear sus viajes, ni cazar concursos por su cuenta para ser conocido.

En tanto, la pregunta podría ser: y la cultura que se fue de la Isla, ¿esa no es cubana? ¿Solo es cultura cubana la que se genera en el archipiélago con la anuencia de los comisarios culturales? La cultura disidente dentro de Cuba, ¿es cultura?

[i] Maňach, Jorge La crisis de la alta cultura en Cuba, (3-41) en: Ensayos, Selección y prólogo de Jorge Luis Arcos. Editorial Letras Cubanas del Instituto Cubano del Libro, La Habana, Cuba [ii] Conferencia impartida en la Sociedad Económica Amigos del País, y publicada en La Habana, 1925 con prólogo de Fernando Ortiz [iii] J. Manach. Ob.cit: pag 9. [iv] Como toda revolución, suele acompañarse de una lectura de la historia donde los vencedores se posesionan de "verdades irrefutables”. La revolución cubana escribió la historia de manera que la revolución de 1959 encajara y fuera el final de la lucha anticolonial y fratricida de la Republica. Refiriéndose a los mambises: “entonces ellos hubieran sido como nosotros, y nosotros como ellos”

Comments


Contacto

Thanks for submitting!

© 2023 by Train of Thoughts. Proudly created with Wix.com

bottom of page