Trastorno “comunista” de la personalidad
- Francisco Almagro

- 15 dic 2021
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Por Francisco Almagro Domínguez
Hace algunos años unos colegas españoles de visita en La Habana me comentaban que en época de Franco ciertos psiquiatras falangistas quisieron acuñar el diagnóstico de Trastorno Comunista de la Personalidad. Eso no solo era una aberración científica, sino humana. El régimen fascista español, decían, usaba la psiquiatría y la psicología para etiquetar y de paso usar la ciencia para reprimir las disidencias. Aquel relato me pareció repulsivo además de absurdo, enajenado. Me pareció así entonces y me sigue pareciendo hoy.
Sobrarían razones para explicar que una ideología, por cruel que sea, no tiene nada que ver con un diagnóstico clínico. Las ideologías no son más que formas de comprender y explicar las realidades desde una perspectiva humana, es decir, subjetiva. Las ideologías, son, por su carácter, obsolescentes, es decir, cambian con los tiempos y los grupos humanos. La historia de la Humanidad nos enseña que ningún pensamiento permanece inalterable por siglos.
El peligro de tratar de frenar el avance de las ideas es convertir estas en una suerte de religión, de dogma, de principio milenarista. Es algo sobre lo que el Papa Francisco ha insistido desde el principio: que las ideas no vayan contra la naturaleza humana, de la Fe.
Mientras oía a los psiquiatras españoles hablar con horror de los clínicos falangistas, olvidaba que la Involución cubana ha tenido como principio y fin la formación comunista de la personalidad de niños y jóvenes –así lo explicitan. Recientemente se discute en la llamada Asamblea Nacional donde todos o la mayoría son militantes comunistas, un nuevo Código para la Niñez y la Juventud con insistencia en la formación “político-ideológica” y “comunista” de los menores.

Foto Daniil Onischecko (Unplash)
¿De qué se trata eso? ¿Qué tiene que ver el comunismo –o cualquier otra ideología- con la personalidad del ser humano? ¿Existe una personalidad comunista y otra conservadora, liberal, fascista, maoísta?
El tema, que daría para un largo ensayo, nos recuerda que la personalidad humana se nutre de tres elementos básicos: carácter, temperamento, habilidades y aptitudes. Los dos primeros tienen un fuerte contenido neurofisiológico y hereditario, es decir, su modificación, aunque no imposible, depende de factores ajenos a cualquier sistema de pensamiento. Las habilidades y aptitudes, que pudieran ser entrenadas y parcialmente modificadas, se engarzan a las dos anteriores conformando un sistema donde el balance entre ellos nos dará como resultado una personalidad funcional y productiva.
Este redactor no acaba de ver donde entra a jugar la personalidad comunista real, no la que dicen en los discursos, enseñan en las escuelas, evalúan los comisarios para dar responsabilidades y cargos públicos. Si bien no existe un Trastorno Comunista de la Personalidad, y es un error afirmarlo, hay rasgos que distinguen el pensar, el sentir y el hacer de toda ideología totalitaria, sea leninista, comunista, falangista, fascista, nazista, maoísta, y castrista.
No existe una personalidad ideológica, pero si existe una suerte de ideología deshumanizada. A todas les va en común la falta de empatía por el que piensa distinto, la capacidad infinita de mentir sin remordimiento, obrar de manera inmoral y guiarse por lo que toca hacer para sobrevivir en el poder, denunciar y maltratar al hermano, al padre, al vecino si no comulga con las mismas ideas, demoler, hasta los cimientos, todas las instituciones, costumbres, hábitos anteriores. Los comunistas se dicen a sí mismos la única esperanza de salvación y progreso de la Humanidad. Pero la Humanidad enseña, con demasiada claridad, todo lo contrario. Que muy poco aman y menos construyen.
En la Isla tratan de convertir el Castrismo, a fuerza de repeticiones y de hacerle hasta un instituto, en un sistema de ideas, o sea, una ideología. Para mala suerte de los creativos comisarios, del Difunto no existe una sola idea soportada por la práctica social. Ninguna fue exitosa, creativa. Cada vez que ponía una, era peor. El Castrismo, más que todo, es apenas un manual de sobrevivencia caudillista. Sobrevivir a costa de la sangre, la miseria y el exilio de todo un pueblo. El Castrismo no tiene parque para enseñar otra cosa. Ardua labor la de los clínicos del instituto: darle conherencia a un pensamiento megalómano, desordenado, ido de la realidad, y para colmo, abusivo.
Todo esto tiene que ver con que hay decenas de especialistas y comisarios, y amanuenses tratando de re-ideologizar -"recapar" una goma gastada da puede ser una buena alegoría- un proceso político que agotó toda su capacidad de engaño. Como los falangistas, que queriendo etiquetar a otros con un trastorno, no se daban cuenta que se echaban tierra sobre ellos mismos.
No es necesario hacer diagnósticos clínicos cuando se trata de sociedades enteras atrapadas, ellas mismas, en la desesperanza y la indefensión. Sociedades que han sido convertidas en sus propios carceleros, y a fuerza de simulaciones, escapan de la represión más insaciable.
La ideología comunista en Cuba requiere sanación social. Los pueblos que han vivido muchos años bajo la férula del comunismo o de otra ideología totalitaria-milenarista tardan reaccionar porque el problema, el conflicto que enfrentan, es que creerse sin opciones, sin alternativas. El vacío no es solo material sino espiritual, y es recursivo: a mayor miseria espiritual mayor miseria material. Por eso el actual proceso de re-ideologización tiene garantizado el fracaso: la ausencia de un simple vasito de leche para niños y jóvenes cubanos.





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